martes, 24 de abril de 2012

Desmitificando China


Desmitificando China.

Existen dos creencias -erróneas como se verá más adelante-, repetidas hasta el cansancio por los enemigos del mercado y admiradores del comunismo y sus degeneraciones (como el pretendido sistema “mixto” chino). La primera, señala que los norteamericanos dependen de China para obtener bienes de consumo (incluyendo papel higiénico para limpiarse buena parte). La segunda, más osada aún intelectualmente hablando, que los Estados Unidos están endeudados hasta las masas con los chinos.

Los datos de 2010 desmienten el primer mito. Los productos chinos adquiridos por parte de los norteamericanos tienen una escasa importancia entre los gastos de consumo, alcanzando apenas el 2.7% del mismo. Los Estados Unidos importa del gigante asiático roughly US$ 400.000MM anualmente, pero esta suma es una bicoca en una economía de más de US$ 14.500MMM.

En promedio, los yankees destinan el 34% de sus ingresos en habitación, un 13 en parar la olla, 11 en seguros y pensiones, 7 en salud y 2 en educación. Eso equivale a un 70% del gasto, dinero que se destina en su totalidad a bienes y servicios indígenas.

Tampoco es cierto que los norteamericanos fabriquen menos cosas que antes. Como nunca, los Estados Unidos producen más bienes y servicios. Lo que ocurre es que la productividad se ha disparado gracias a la tecnología, reduciendo el factor trabajo necesario. Las cifras respaldan esta conclusión. En 1950, la gigante acerera U.S. Steel producía 6.000.000t de acero empleando 30.000 obreros. Hoy en día produce 7.500.000t con sólo cinco mil trabajadores. El “problema” no es China, es el aumento enorme de la productividad por trabajador.

Al mismo tiempo, para los norteamericanos es el descueve tener fábricas en China que generalmente son propiedad de empresas nacionales o fabrican productos bajo mandato de éstas. Un excelente ejemplo encontramos en Foxxcon, que produce los famosos iPhone. Estas empresas producen a bajísimo costo productos que benefician directamente al consumidor norteamericano. Si un teléfono celular hecho en China cuesta US$300 en vez de $500, los 200 dólares de diferencia les sirven a los norteamericanos para salir a comer, viajar al extranjero o gastar en otras cosas que implican más puestos de trabajo en otros sectores de la economía en los mismos Estados Unidos.

En todo caso, este proceso no es nuevo. Se inició luego de la Segunda Guerra Mundial, cuando muchos bienes comenzaron a fabricarse en Japón y no en Estados Unidos. Actualmente se producen no solo en China sino también Taiwán, Singapur, Corea del Sur, Malasia, etc. siendo mayormente afectados los japoneses. Los Estados Unidos sufrieron hace décadas ese cambio y su economía se adaptó a los cambios.

Respecto al segundo mito, es interesante analizar bien las cifras nuevamente. Nadie puede negar la enorme deuda del país del norte, que alcanza la friolera de US$15 billones, superando el PIB anual norteamericano, pero los chinos ni siquiera son titulares de un 10% de tal deuda, alcanzando algo más de US$1 billón.

Los mayores acreedores de esa deuda son los propios norteamericanos: Así, el Social Security es titular de 4.4 billones, la Reserva Federal 1.6 y los privados y gobiernos locales, 3.8. Incluso sumando a japoneses e ingleses, ni siquiera poseen 1.4 billones de deuda americana. Más que lo que posee China.

Esta deuda tiene además un efecto positivo para los Estados Unidos pues incentiva el que China tenga una conducta moderada considerando los intereses de su deudor. Nadie en sus cabales busca fastidiar a su principal cliente, a menos que sea un loco estilo Chávez & Co.

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